No me toques

Aunque lo esté deseando, no me toques.
Aunque lo estés deseando, no lo hagas.
Aunque mi cuerpo te pida a gritos que lo hagas, que traspases la frontera de mi ropa, no le hagas caso, no me toques.
Aunque sepas que mi mente te está gritando que me beses.
Aunque no olvides que deseo tus dedos por mi piel.
Va a ser mejor así.
 
       
		 y contemplé mi cuerpo en el espejo como si nunca lo hubiera visto antes, y comprendí que era hermoso, porque él me había dicho que era hermoso. Cerré los ojos y lo recorrí lentamente con mis manos tibias, intentando reseguir los caminos que sus yemas habían hollado antes, y sucumbí a un fantasmagórico temblor al recuperar el contacto de sus manos frías cuando se hundieron sin anunciarse debajo de mi ropa, y treparon por mis costados para trazar senderos paralelos que no se borrarían nunca, [...] un recuerdo ácido que apenas sobreviviría al forcejeo de sus pulgares que tropezaron con mi sujetador y se detuvieron, indecisos, antes de ensartarse a presión entre la tela y mis costillas y estirar hacia arriba con un gesto enérgico, los corchetes incólumes forzando una tensión insoportable bajo mis axilas mientras sus dedos se aferraban a mis pechos como un ejército de niños desesperados y hambrientos, entonces me separé de él, y me dio miedo ver cómo me miraba, pero le pedi que me liberara del doloroso cilicio que amenazaba con desprender mis brazos del tronco y sonrió antes de complacerme, eres una tía muy rara, india, y yo sonreí al escucharle, antes de que mi sujetador cayera al suelo como un cadáver de trapo."
				
				y contemplé mi cuerpo en el espejo como si nunca lo hubiera visto antes, y comprendí que era hermoso, porque él me había dicho que era hermoso. Cerré los ojos y lo recorrí lentamente con mis manos tibias, intentando reseguir los caminos que sus yemas habían hollado antes, y sucumbí a un fantasmagórico temblor al recuperar el contacto de sus manos frías cuando se hundieron sin anunciarse debajo de mi ropa, y treparon por mis costados para trazar senderos paralelos que no se borrarían nunca, [...] un recuerdo ácido que apenas sobreviviría al forcejeo de sus pulgares que tropezaron con mi sujetador y se detuvieron, indecisos, antes de ensartarse a presión entre la tela y mis costillas y estirar hacia arriba con un gesto enérgico, los corchetes incólumes forzando una tensión insoportable bajo mis axilas mientras sus dedos se aferraban a mis pechos como un ejército de niños desesperados y hambrientos, entonces me separé de él, y me dio miedo ver cómo me miraba, pero le pedi que me liberara del doloroso cilicio que amenazaba con desprender mis brazos del tronco y sonrió antes de complacerme, eres una tía muy rara, india, y yo sonreí al escucharle, antes de que mi sujetador cayera al suelo como un cadáver de trapo." Subía esta mañana yo a la facultad, me monté en el bus y encontré un sitio donde sentarme.
				
				Subía esta mañana yo a la facultad, me monté en el bus y encontré un sitio donde sentarme. He visto una luna triste
				
				He visto una luna triste